La Campaña Electoral de los Elementos Químicos realizada durante esta semana fue todo un éxito. A pesar de que por limitaciones de calendario sólo le pudimos facilitar un par de sesiones (una para documentarse sobre los elementos y realizar los carteles y otra para realizar el discurso de defensa de cada elemento) funcionó extraordinariamente para lograr los objetivos perseguidos.
Estos eran, por un lado, la difusión de las características de cada elemento químico. Por otro, el desarrollo de ciertas habilidades lingüísticas (el resumen, la síntesis, la transmisión efectiva y contagiosa del mensaje mediante recursos estilísticos como la hipérbole, la metáfora, la repetición, la aliteración, etc.).
Para que la sesión pudiera ser efectiva y rápida fue necesario llevar algunos ejemplos de carteles al aula, y hacer una demostración previa de un discurso efectivo que grabara las ideas transmitidas en la mente del oyente.
Luego, a continuación, y reunidos en el aula de informática, se invitó a los alumnos y alumnas a que buscaran las propiedades de los elementos químicos asignados (mínimo de dos por alumno), las características de los mismos y sus principales usos.
No se trataba de encontrar una lista exhaustiva de usos, propiedades o características, sino identificar tres o cuatro muy característicos con los que el elemento quedara para siempre identificado, y que a partir de ahí se hiciera el cartel y a ser posible con un eslogan efectivo que resumiera la idea y la dejara captada en la mente.
Por último, en una sesión posterior, los alumnos, frente a un panel donde habíamos pegado todos los elementos, realizaban una arenga, discurso de ventas o sales pitch donde en el espacio de tan sólo un minuto (por las limitaciones de horario y la cantidad de elementos) debían ser capaces de convencer a sus compañeros de las bondades de su(s) elemento(s) químico(s) y que lo eligieran como el más fascinante o más divertido.
Debido a la enorme cantidad de elementos, y debido a las limitaciones de tiempo, eso provocaba que las frases tuvieran que ser capaces de ser recordadas después de una sesión y de una larga lista de elementos, lo que ponía las capacidades de oratoria al límite (aunque siempre resultaba más fácil cuanto mejor se hubiera hecho la fase previa escrita).
El resultado fue, por encima de todo, muy divertido para los alumnos, que se motivaron especialmente para ser capaces de transmitir sus ideas y ganar la competición, y, sobre todo, fue una manera estupenda de que los alumnos desarrollaran tanto sus habilidades lingüísticas en lengua inglesa como de que conocieran mejor las mágicas propiedades de los elementos químicos.
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